domingo, 2 de diciembre de 2007

27 de noviembre

¡Pero qué ricas que me salieron las salchichas al vino! Sin duda, el plato con el que más satisfecho me siento de todos los que he cocinado. Aparte de confeccionar semejante manjar, por la tarde lo más destacable fue asistir a la presentación oral que un grupo de clase exponía. Fue muy diferente a las que he tenido oportunidad de ver: entretenida e interactiva con el público pero con el fallo de ser excesivamente larga.

Al finalizar la clase, acudí a mi encuentro con Anton, que me propuso asistir a un “palique” o charla en castellano. Llegamos a duras penas al local, algo apartado del campus, el café Süd. Allí se reunían estudiantes de varias nacionalidades que habían cursado anteriormente estudios en países de habla española. Al cabo de poco tiempo me di cuenta de que poco pintaba allí (dominaba mi lengua materna mejor incluso que la profesora asistente) salvo supervisar las intervenciones de mi alumno aventajado, Anton, que demostró tener excelentes aptitudes para aprender idiomas nuevos. Es increíble el ritmo al que progresa. Espero que se me pegue un poco para mi aprendizaje de alemán.

Nos largamos pronto, no sin antes tocar un poco una guitarra que tenían por allí desperdigada. Acordamos tener más clases pero sin necesidad de volver al “palique”, que no terminó de convencernos. También prometimos cada uno aprender los tres idiomas más útiles y hablados del mundo: chino, inglés y español (ya llevo dos de tres, eso que le saco de ventaja a Anton).

Eso que veis en el centro es una chuletilla que tenía por ahí guardada

2 comentarios:

joseisidro dijo...

bueno si lo de los idiomas no funconara tratariamos de cambiarnos a los fogones como muchos cocineros españoles

mimotaku dijo...

El lenguaje del estómago es universal xD