martes, 1 de enero de 2008

07 de diciembre

Al finalizar la pertinente clase del viernes, rechacé quedarme con Neri y Laura estudiando en la biblioteca. Me encontraba cansado aquella mañana y desganado como para hacer algo provechoso, así que antes de ir a casa me bajé en Neumarkt. Paseé por los puestos navideños y pasado un rato tras las lecturas semanales en Mayersche, crucé de andén en dirección a mi barrio. Estaba más animado que unas horas antes. De pronto, algo me sacó repentinamente de mi burbuja de felicidad. Lo hizo a golpes, literalmente. Algo chocó con mi cabeza con brusquedad. Fue un golpe seco y veloz. Me giré para identificar al autor pero no encontré a ningún sospechoso a mi alrededor, hasta que miré al suelo y encontré una castaña delatora. La examiné y comprobando que casi todo el polen de la cáscara se encontraba en mi pelo, giré la vista encima de mí, divisando una peligrosa rama cargada hasta los topes de castañas dispuestas a ser arrojadas sobre algún incauto más.

Por la tarde quedé con un indeciso Anton que nuevamente me instó a ir al Mediamarkt como periódicamente (cada semana) llevábamos haciendo, para ver si se decidía o no a comprar un iPod u otro reproductor de mp3. Tras varias horas, salimos con las manos vacías como estaba mandado. Laura nos llamó para quedar en Rudolfplatz después de cenar y salir un rato. Anton no estaba convencido en absoluto y se extrañaba de nuestra costumbre de salir los fines de semana por la noche. Pudo comprobar unas horas después que no era algo intrínseco a los españoles, pues fuimos finalmente a Rudolfplatz para encontrarnos con nuestros colegas. Sí, acabé persuadiéndole para que saliera aquella noche.

La plaza estaba a rebosar de grupos de personas que salían y entraban a los locales, bares y vagones del tren indiscriminadamente. Intuí que él no estaba acostumbrado a esos horarios de salida, contando además con que sus amigos apenas salían por aquello de ser el último curso de bachillerato. Nos perdimos y tampoco pudimos localizar a Laura porque al estar en un local subterráneo, se había quedado sin cobertura. Me dio unas indicaciones cuando nos llamó por última vez, pero acabé guiándonos hasta una pizzería italiana. Supongo que mi memoria quedó dañada con el castañazo. Aprovechamos para cenar y fue entonces cuando Sergio, un colega que se encontraba con los demás en el subterráneo, vino en nuestra búsqueda. Tarde, porque encontramos finalmente el local a tiempo antes de que regresara, fiándonos ciegamente de mi intuición.

El local estaba muy bien, quizá demasiado claustrofóbico por aquello de ser bajo tierra y con escasa iluminación (curiosamente la poca luz se reducía a una foto de una familia afroamericana de los años 30 proyectada sobre una pared, en la cual nuestro grupo se apoyaba, sentado en unos sillones). Anton aprovechó para hablar cuanto pudo en castellano con los presentes y yo lo mismo con los alemanes de la barra mientras pedía cerveza. Unas rondas, cacahuetes y horas más tarde salimos de vuelta a casa. Al subir las escaleras de salida vi un flash con imágenes de Neumarkt, como apoyado en el suelo. En la salida topamos con unas amigas de facultad de Sergio y Neri que estaban de Erasmus en Alemania pero en distinta ciudad. Köln también es un pañuelo.

Al bajar al metro, nos despedimos del resto y cuando vimos llegar nuestro tren, Anton me dio una palmada en la espalda, con lo que perdí el equilibrio y me precipité al andén. Mientras caía de espaldas al oscuro suelo vislumbré borrosamente la cara de horrorizado de Anton y noté cómo la gente corría y gritaba hacia él intentando que no se tirara para ayudarme a escapar de la tragedia. A escasos centímetros del suelo, giré la cabeza y ante mí estaba el tren, cegándome con las luces. Sentí un gran dolor y… desperté tendido en la estación de Neumarkt con un señor dolor de cabeza. Me había quedado noqueado con el golpe de una castaña que me había dejado el pelo lleno de polen. Lo extraño es que en la mano sostenía un puñado de cacahuetes.

2 comentarios:

Jeparla dijo...

Jajajajaja, vaya final. Pense que ibas a aparecer tendido en un apartamento delante de una gran bola negra xD

mimotaku dijo...

Estoy por alistarme en tu Gantz.
A ver si se me ocurre alguna muerte decente...