jueves, 10 de enero de 2008

16 de diciembre

La divertida noche anterior se convirtió en nuestra particular despedida hasta después de las vacaciones de invierno. Tras la cena, estuvimos tomando vino los cuatro y riéndonos hasta que nos dieron las tantas de la madrugada, cuando pretendimos ir a reunirnos con el resto de la gente, aunque viendo las horas que eran, decidimos no ir porque seguramente no encontraríamos a nadie más.

Por la tarde fuimos a ayudar a Neri con una repentina mudanza, pues se le complicó el asunto del alquiler del piso y tuvo que dejarlo. Fue una mala pasada para ella porque al día siguiente volvía a casa y debía dejar los asuntos resueltos en la medida de lo posible hasta la vuelta, con lo que tuvo que ser todo deprisa y corriendo. Tan apresurado como la visita que hicimos Anton y yo a la merienda navideña que el grupo del curso de conversación había organizado para aquella tarde.

Al final acabamos despidiéndonos por teléfono porque Laura estaba igual de ocupada y con el lío de la mudanza nos desperdigamos.

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