martes, 1 de enero de 2008

08 de diciembre

Me levanté con ganas de cocinar y preparé algo que llevaba tiempo planeando: un buen puchero de lentejas. Para no desaprovechar todos los ingredientes que añadí, pasándome de las cantidades planeadas, decidí prepara la cazuela hasta arriba y guardar lo sobrante en un tupper para aprovecharlo otro día. Estaban exquisitas, pero mi estómago no era infinito, por mucho que me doliera.

Por la noche fuimos a una fiesta de cumpleaños en Efferen. La excusa fue muy barata, pero teníamos ganas de regresar al barrio que me dio la bienvenida a la ciudad. Hacía casi dos meses que no pisaba aquel suelo, pero nada había cambiado en absoluto. La casa estaba a rebosar de gente, algo totalmente comprensible teniendo en cuenta que se intentó meter a más de treinta personas en una casita de 4 habitaciones de Efferen. Casi todas las personas éramos Erasmus españoles. Lo malo fue que apenas tuvimos tiempo para disfrutar la fiesta, entre que llegamos tarde y que los dueños empezaron a agobiarse. Se me pasó más deprisa también porque nos lo estábamos pasando bien.

De vuelta en el tren, nos dirigimos al nuevo piso de Sergio en lugar de quedarnos en un local de pago con el resto de la gente (aunque días más tarde Patri me dijo que al final no se decidieron por ningún sitio y simplemente perdieron tiempo hasta que decidieron volver a casa). El piso era chiquitito pero acogedor, un ático muy apañado. Única pega: que estaba bastante apartado del centro y por tanto, de casa.

No hay comentarios: