miércoles, 31 de octubre de 2007

25 de octubre

Quedé con Patri antes de ir a clase para pedir que nos firmaran unos documentos en la oficina de atención a los Erasmus. Estaba justo a la derecha de la parada del tren de la facultad. Habíamos oído rumores, porque en cada universidad a los estudiantes nos han dicho una cosa diferente, de que teníamos que entregar en la oficina Erasmus de Colonia un impreso para que comenzaran a remunerarnos la beca. No recordábamos nada de ningún anexo con esas características, por lo que revisamos nuevamente nuestra guía de orientación (nos la entregaron en España antes del verano, en junio, cuando firmamos el convenio financiero) y encontramos un documento que respondía a lo que nos habían descrito.

Se supone que había que enviarlo a España antes del día 15 de octubre para que nos pagaran el mes, por lo que nos llevamos los billetes del vuelo para demostrar que llevábamos un tiempo aquí residiendo. Nos atendió una amable señora que se animó a respondernos en castellano. Se defendía bien con el idioma y no puso ninguna pega en sellarnos el formulario y rellenarlo con las fechas que marcaban los billetes. Nos indicó que debíamos regresar al final de nuestra estancia para cumplir con los procesos burocráticos que la beca comporta. También nos entregó un certificado de estancia, que es lo que debíamos enviar lo antes posible. Antes de marcharnos de su oficina nos explicó que podíamos enviarlos por fax a través de los aparatos del edificio con las aulas magnas (en el que hicimos la prueba de nivel).

Fuimos a la clase de las 12:00 y a su finalización decidimos no volver a aparecer por allí nunca más. ¿Los motivos? La profesora comenzó a exigir presentaciones orales, trabajos y exámenes escritos como una descosida, sin dar tregua alguna a los Erasmus (cuya única ventaja frente al resto es que las presentaciones podrían hacerse en grupos y no individualmente, lo cual también implicaba que debía ser más trabajada que las del resto). Durante la mayor parte de la segunda parte de la clase estuvimos dibujando en los folios y jugando al ahorcado en Spanglish (nos pusieron en grupos para responder a unas cuestiones pero los compañeros que nos tocaron fueron bastante desconsiderados con nosotros porque apenas hablaron en inglés, la lengua oficial de la asignatura, lo que acrecentó nuestras ganas de no volver). Sopesamos los pros y contras de estar en la asignatura y al ver que ventajas no aportaba ninguna y que el agrio carácter de la profesora tampoco nos convencía en absoluto, pusimos pies en polvorosa al final de la clase.

La noche anterior me preparé unas pechugas de pollo fritas para el bocadillo que tenía que comerme en los escasos veinte minutos que teníamos para cambiarnos de edificio y encontrar sitio libre en el aula de la siguiente clase. Los jueves son especialmente estresantes, por lo que preparé el bocadillo a conciencia con unas lonchas de queso y pan tostada para que al menos estuviera bien alimentado y no me diera un soponcio con tantas prisas (suelo comer muy despacio. ¿Para qué tantas prisas? Comer es un placer, un privilegio que hay que disfrutar en su medida).

La clase de literatura de ese día fue criminal. El profesor se limitó a repetir lo mismo que había explicado en la clase de la semana anterior y entre las cíclicas explicaciones y que estábamos recién comidos, tanto Laura, Rocío, Patri y la chica alemana que conocí en la clase de la profesora Laversuch como yo estábamos que nos moríamos de sueño. Las 14:00 no es una hora especialmente recomendable para impartir una clase de literatura. Nos dábamos codazos unos a otros para mantenernos despiertos (o al menos aparentarlo) no porque no fuera interesante la materia sino que estábamos escuchando lo mismo que ya teníamos anotado en los apuntes. Estuvimos escribiendo misivas en un pequeño papel para mantener breves conversaciones sobre tonterías varias.

Al salir, decidimos asistir a una clase que empezaba a las 16:00 que versaba sobre el teatro contemporáneo inglés. Pregunté a unos chicos y chicas que estaban sentados esperando a que la clase empezara y me comentaron que había que actuar en una obra de teatro obligatoriamente (la obra era “Closer”, con adaptación cinematográfica con Natalie Portman (lo mejor de la película, todo sea dicho), Clive Owen, Julia Roberts y Jude Law. La versión para teatro que se hizo en España contaba con Belén Rueda como protagonista). Patri y yo nos miramos mutuamente y empezamos a reírnos al tiempo que decidíamos irnos. ¿Actuar en una obra en inglés? No es que no me sedujera la idea, pero no era lo que andaba buscando en esos momentos.

Como necesitábamos más créditos, pues no queríamos fiarnos completamente de los cuales nos habían prometido, fuimos a la sala de ordenadores comunes a consultar asignaturas. Escribimos un par de emails a los profesores de las asignaturas que nos interesaban y convenían por el horario y aprovechamos para esquematizar un calendario de posibles asignaturas para el siguiente cuatrimestre.

Nos despedimos hasta el día siguiente, a pesar de que Patri me instó a ir al Efferino, pues se habría un búnquer que era la ampliación del bar y mucha gente parecía interesada a ir. Pensé que si bajaba a Efferen podría aprovechar para hablar con Yumi pero decidí ir a Neumarkt y ya pensaría qué hacer. El motivo de mi visita a Neumarkt (aparte de que me pillaba de paso para ir a casa) era ir a Mayersche (la “Fnac alemana”) para comparar los precios de los libros para el curso de alemán, que rondaban los 15 euros. Otro de los detalles a destacar de las librerías alemanas es la homogeneidad de los precios, un libro mantendrá su precio justo en cualquier punto de venta (comparando ya no solo los libros de alemán, también los cómics y novelas). Mientras bajaba por las escaleras mecánicas para irme a casa (los manuales de idiomas estaban en la segunda y última planta) me fijé en unos carteles que estaban colgados en la entrada principal anunciando la fecha de salida del último libro de Harry Potter. Entendí que iba a celebrarse una especie de fiesta con motivo del evento. Lo que me extrañó fue la hora que marcaba: las 00:00h.

Volví a casa para descansar y conectarme un rato a internet.

2 comentarios:

joseisidro dijo...

hay dias menos interesantes pero necesarios "academicamente" y que deben existir para cumplir con la mision a la que has ido a Colonia y que debes tomartelos como vispera de mejores acontecimientos

mimotaku dijo...

No, si las clases se sobrellevan, menos previsibles son todo lo que quieras.
Tranquilo jefe, que detonaré los artefactos en la fecha acordada, la misión es lo primero.