jueves, 1 de noviembre de 2007

26 de octubre

Fui solo a clase porque a Patri se le complicaron unos asuntos. Como no podía ser de otro modo, fue muy divertida. Una clase de fonética de lo más entretenido. Los conocimientos ya los tenía de otras asignaturas cursadas en Madrid, pero un repaso nunca viene mal, y más si viene dado por la profesora Laversuch. Fue un espectáculo ver a los alemanes intentando pronunciar las consonantes inglesas. Para mí no resulta difícil porque estoy familiarizado con ellas pero lo mejor de la clase, lo que me hizo retorcerme de risa fue el momento en el que más de cuarenta alemanes intentaban inútilmente reproducir la “r” sonora, tan común en nuestra lengua. La profesora explicó que para los hispanohablantes (en ese momento me miró, dando señales de que nos conoce de la otra asignatura) era un sonido algo conflictivo incluso, pues hay muchas personas que deben ir al logopeda porque no articulan bien la pronunciación.

Al acabar la clase fui a comprarme el libro de alemán en una librería al lado de la parada del tren. Me hizo gracia lo contento que se puso el librero cuando le pagué con un billete de 20 (el libro costaba 14.5 y tengo entendido que en España los precios son más elevados para los cursos de idiomas). Me fui a casa y eché unas fotos al piso para quitármelo de encima de las tareas pendientes. Estuve toda la tarde enredando con el ordenador, aunque a ratos salía a picar algo de comer y hablar con algún compañero si me lo encontraba. Libré una ardua batalla contra un ejército de matas de pelusa que se habían asentado debajo de mi cama y planeaban conquistar mi alfombra.

Ya estaba bien entrada la tarde cuando recordé lo de la fiesta de Harry Potter. Busqué en internet y di con la página web de Mayersche (y de paso localicé una tienda especializada de cómics en Colonia a unos veinte minutos en metro desde mi casa. Otro temblor sacudió los cimientos de mi casa de España en ese momento). Dennis me ayudó a traducirlo y averiguamos que a partir de las 22:00 se celebraba una fiesta previa a la entrega de los libros. Mi objetivo no era comprarme el séptimo y último libro de la saga de Harry Potter, ni mucho menos en alemán. Vimos algo que no quedaba muy claro que hablaba sobre un ticket pero la información era escasa.

No tenía muchas ganas de cenar porque había comido bastante más tarde de lo habitual así que antes de que se me hiciera más tarde bajé a la parada del metro, cámara de fotos en mano. Allí me encontré con Edu y unos amigos suyos que iban a tomar algo. Les dije que Laura me había llamado al móvil diciéndome que había fiesta en la mensa esa noche (a la que decidí no ir en detrimento a la frikada que iba a contemplar). Rechacé unirme a ellos no sin antes explicarles a dónde iba.

A la llegada a Neumarkt, me dirigí enflechado hacia las puertas de cristal de la entrada del edificio. Para mi sorpresa, la “segurata” que ejercía de portera me paró y me preguntó que si iba a comprar el libro a lo que le contesté que solo estaba allí para ver el evento y echar unas fotos. Me impidió el paso porque para entrar se necesitaba recoger previamente unas entradas. Eso era lo que quería decir aquella información en la web. Debí de poner una cara de pena convincente porque al momento de sacar la cámara y echar una foto desde fuera al asunto se me acercó un chaval preguntándome si estaba interesado en entrar. Le entendí perfectamente a pesar de que me lo dijo en alemán. Creo sin dudarlo que mi intuición ha mejorado considerablemente en este país, ya os daré más ejemplo.

Me dio una de las dos entradas que tenía y accedimos sin problemas al recibidor de la tienda. Subimos hasta la primera planta y allí me giré para hablar con él y darle las gracias. Se llamaba Raffael (Raffa, como prefería ser llamado) y me dijo que era italiano de nacimiento aunque no lo entendía. Era un “institutiense” y tenía 17 años. Como Raffa no entendía del todo bien el inglés, hablaba con él lo poco que podía en alemán. En un principio pensé que simplemente me había ofrecido la entrada porque le dí pena y después seguiría a su libre albedrío por la fiesta, pero supuse que la entrada que le sobraba era la de algún amigo que le había fallado a última hora. Se ofreció amablemente a explicarme punto por punto el recorrido de aquella fiesta. En la primera planta tenían colocadas frente a las escaleras mecánicas unas mesas con los escudos de cada casa de Hogwarts, el colegio de HP. Estuve dudando entre registrarme en la casa de Slytherin (la de los enemigos de Harry en los libros) o la de Gryffindor, la de los protagonistas, pero al final me decanté por Gryffindor porque el emblema era más llamativo.

Con tu kit de iniciación te daban un juego de mesa (una cartulina imitando la oca pero adaptada al universo de la saga) y un colgante (un cartón pequeño con una cuerda negra, no vayáis a pensar en alhajas) con el emblema de tu casa en el anverso y en el reverso tu nombre y nueve huecos para colocar unas pegatinas. Te daban una pegatina al participar en cada uno de los juegos que estaban organizados por toda la sala. Debo aclarar que la fiesta estaba orientada a jóvenes lectores porque al dar un paseo por la planta vimos un tiovivo en miniatura, un juego de saltar esquivando conos, un fondo con nubes para que posaras en una foto simulando montar en una escoba voladora, stands con merchandising de las películas y unos juegos de capturar arañas pescándolas con un imán. Raffa y yo nos miramos extrañados y le pregunté que si quería participar bromeando pero me dijo que si estaba de acuerdo en que subiéramos a la última planta. Asentí con entusiasmo veces y nos reímos. Tomé unas instantáneas para retratar el panorama.

En la segunda planta, la más alta, nos esperaba un puesto de comida con motivos de ambientación de las películas de HP, aunque me parecían más adecuadas para una fiesta de Halloween con tanta telaraña de por medio y tanta bruja piruja organizando el evento. La comida que allí ofrecían gratuitamente eran chucherías en su mayoría: muffins; unos lazos gigantes que tienen la misma forma que los lacitos de galletas saladas, salados igualmente. Son un producto de bollería muy típico en Alemania; chucherías y gominolas de colores y formas imitando murciélagos, gusanos y demás guarrerías; manzanas; y por último, grageas de muchos colores, haciendo referencia a las grageas de todos los sabores que tanto mencionan en los libros. Me puse como el Kiko, lo que mi estómago agradeció pues necesitaba un aporte de azúcar que vino en sobredosis.

Raffa me dijo que si quería agua y nos aproximamos a un expendedor que estaba junto a los sillones cercanos a las mesas con la comida. Lo curioso es que los presuntos vasos no eran nada convencionales: eran unos cucuruchos de papel que no se mojaban por más agua que les echaras. Supongo que debía de ser “magia” aunque al recordar la imagen de unas niñas saltando en el juego de los conos, esa idea fue descartada totalmente. Esperé a que Raffa terminara de discutir por teléfono con su novia sentado en los cómodos sillones.

Al terminar, me dijo que si dábamos una vuelta y le pregunté que si le gustaban los cómics. ME alegró saber que sí y que su preferencia eran los mangas por lo que le insté a que bajáramos a la última planta a entretenernos un poco en el rincón de los cómics leyendo un poco. Aproveché para echar unas fotos a los estantes que tanto me gustaban y hablamos de frikadas varias. Fue un rato divertido que se me pasó volando. Fuimos hasta la entrada para probar un bebida con aspecto de pócima mágica… Se trataba de agua con gas y colorante verde pero Raffa insistía en que era una bebida típica alemana llamada algo así como “el maestro de los bosques” según me explicó.

Subimos a hacer tiempo en la última media hora que quedaba antes de que empezaran a repartir los libros. La fiesta consistía en entretener a los compradores un tiempo antes de que saliera el libro a la venta oficialmente a las 00h. Podía reservarse y pagarse por adelantado con lo que te daban un ticket de compra con una contraseña para recoger esa noche tu libro. Nos sentamos en los sillones para asistir a una lectura del prólogo del anterior libro. Ni que decir tiene que no me enteré de nada absolutamente. Me levanté a por una hoja de papel y un lápiz y regresé a donde estaba Raffa. Le pregunté que cuál era su personaje favorito y le dibujé en un par de minutos a Harry Potter, su elección. Antes de entregárselo (no sabía que era para él) me dijo que estaba muy chulo y quería saber cómo había aprendido a dibujar. Le contesté que viendo muchos dibujos, leyendo muchos cómics y sobretodo practicando (aunque este punto es el que menos cumplo con una frecuencia regular) y le pregunté por la preposición que se debía usar en alemán para dedicar algo.

Se puso muy contento con su regalo y le dije que no hacía falta que me lo agradeciera porque me había ayudado explicándome de qué iba esa fiesta y que no me costaba nada hacerle otro más. Finalmente, anunciaron por megafonía que podíamos ir a recoger el libro. Encontramos a una marabunta de gente apelotonado frente a unas acorraladas dependientas que repartían como podían los libros a la alborotada muchedumbre. Raffa consiguió escurrirse y llegar hasta su libro y me regaló la pequeña pero práctica linterna que entregaban a cada cliente con la reserva del libro. Intercambiamos los mails para que pudiera pasarle las fotos y nos fuimos cada uno a nuestra casa (tuvimos que correr para no perder el tren que salía. Lo gracioso es que cada uno corríamos en dirección opuesta).

Os dejo con las fotos.

La entrada

El kit de iniciación (con la oca y tira e invoca...)

Muffins y lazos salados
Los cómodos sillonesVuela amigo, vuela alto...¿Magia? ¬_¬¡¡Corre, amiga!! ¡¡Huye de los spoilers que te acechan!!Esto en unos años se venderá muy caro en eBay"The crow"Esto sí que era magia, y de la buena...Raffa...¡Quiero mi libro! ¡¡Quiero mi libro!! ¡¡¡Quiero mi librooooo!!!...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jo tío que envidia xD No me interesa casi nada HP pero me gustan esos frikieventos por el buenrollismo que desprenden normalmente. Y que casualidad conocer a un otaku de ascendencia italiana que solo sabe alemán xD
Yo quiero un Jotaro Joestar dedicado xDDD

mimotaku dijo...

Tío, daban chuches!!!
La verdad es que me apetecía, desde el Expomanga (ya te contaré cómo gané el frikitest) no iba a ninguno.
El mundo es un pañuelo lleno de mocos otakus xD
Sólo un Jotaro? Aprovecha ahora que me vendo barato y pide más!