miércoles, 21 de noviembre de 2007

16 de noviembre

Comprobamos que no habría clase de la profesora Laversuch ese día cuando llegamos a clase y encontramos el aula vacía. El motivo era una repentina huelga de trenes, pero ya que estábamos allí, aprovechamos para terminar con el papeleo que teníamos pendiente, que era uno de los más importantes: comunicar los datos con los cambios definitivos de las asignaturas a la universidad de origen. Hicimos que nos firmaran la lista de cambios en la oficina de atención a los Eramus en nuestra facultad y rápidamente escaneamos los documentos para enviarlos cuanto antes a España para evitar salirnos del plazo todavía más (pese a que nos comunicaron que tendrían en cuenta nuestras circunstancias, dado que el plazo era solo de un mes y nosotros no podíamos confirmar las asignaturas por estar pendientes de las negociaciones con los profesores).

Quedé con Anton a las 18h en la plaza de Dom para asistir a mi primera clase de patinaje en monopatín. Fue exitosa teniendo en cuenta que no me caí ni una sola vez (soy bastante torpe para mantenerme en pie incluso andando) aunque las velocidades que consigo con las maniobras básicas que aprendí me hacen replantearme si no iría más deprisa andando tranquilamente. De todas formas, me costó encontrar a Anton pues mientras le estuve buscando incluso por dentro de la catedral, se paró a hablar con una compañera suya de clase y las indicaciones no fueron nada aclaratorias.

Al rato se incorporó a nuestra quedada Laura, a quien engañamos para que diera vueltas por la plaza de la catedral para tenderle una emboscada mientras la seguíamos entre risas. Le dimos un buen susto al pillarla desprevenida y concluimos la clase de patinaje yendo a tomar algo a Heumarkt. De camino al local que Laura quería visitar encontramos una comitiva de gente disfrazada a modo de comparsa que preparaba un desfile para los carnavales de febrero. Nos detuvimos a observar el comienzo del desfile y aprovechamos para echarnos unas fotos con ellos. Ya en el bar preguntamos a Anton sobre sus estudios y comentamos varias cosas entre risas (cómo no, di la nota nuevamente pues cada vez que me reía apagaba la vela que tenía delante y teníamos que cambiarla por otra encendida). Antes de volver a casa Anton nos comentó que al día siguiente participaría en una olimpiada de las matemáticas.

Laurilla y el soldadico
El desfile calentando motores

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