sábado, 3 de noviembre de 2007

28 de octubre

Da gusto actualizar con días como éste puesto que poco hay que escribir sobre él, permitiendo que pueda avanzar con el relato con mayor prisa y dándome un momentáneo respiro porque los días se me echan encima y empiezo a olvidar detalles que quisiera recalcar.

Me levanté para comer y me entretuve experimentando un poco con los ingredientes de los que disponía. Creo que ya voy cogiendo el punto que separa a freír los alimentos o hacerlos a la plancha, no depende únicamente de la cantidad de aceite.

Por la tarde hablé con algunos familiares (abuelos y tíos) y estuve revisando algunos asuntillos del curso de alemán. Tenía que hacer una pequeña introducción redactando acerca de mi persona. Fui al piso de Cristina a que me ayudara con un par de correcciones porque en casa no estaba ninguno de mis compañeros. Me atendió su compañera alemana, que tenía las manos pringadas de revuelto de carne. En un principio pensé que los pocos restos materiales que quedaban de Cris eran ese conglomerado de carne, víctima de una masacre indiscriminada a manos de su compañera.

La acompañé a la cocina y comprobé que preparaba una empanada de carne y que Cristina no era el ingrediente secreto, pues no hallé ningún resto de sangre ni ningún mechón de pelo incriminatorio. Me corrigió un par de frases chirriantes y manchó la hoja en sucio de un poco de jugo de la carne revuelta con cebolla y pimiento. Le dije que daba igual, que pringara lo que quisiera con su viscoso mejunje, que solamente era un borrador y que me explicara por encima en qué consistían los fallos. Todos no los iba a corregir porque poco aprendería si entregaba una redacción perfecta a la profesora.

Estaba yéndome cuando me giré para despedirme y se me hizo ver que aprovechó el momento en que le daba la espalda para sacar un cuchillo jamonero con intenciones sospechosas, pues se despedía con una mano ocultando rápidamente la otra. Quizá sólo fueron imaginaciones mías. No sé, el ambiente estaba en silencio, demasiado para ser un domingo por la tarde…

Clausuré el día como habitualmente hago, por lo que a partir de ahora, si no sucede algo relevante al término del día, suponed que he terminado el día con normalidad, no que no lo haya acabado siquiera.

A continuación, unas fotos de la cocina y pasillos de mi piso.

¡¡Mi nevera!! ¿¡Qué hace abierta!?
La mesa del ¿comedor?
Eso que véis de fondo es...¡la habiación del niño radiactivo!


Vale, quizá no parece muy apetecible pero ¿y lo rico que estaba?

No hay comentarios: