viernes, 2 de noviembre de 2007

27 de octubre

Creo que ya lo he comentado anteriormente, pero si no es así, cabe pensar que evidentemente no todos los días son igual de interesantes. En resumen diré que el fin de semana fue de lo más relajado. No llegué a aburrirme porque considero que soy lo suficientemente tranquilo como para no amargarme si tengo que quedarme en casa.

Lo más destacable de este sábado fue lo que vi cuando volvía de hacer la compra semanal. Justo antes de llegar al puente que separa Deutzer Ring 5 con la urbanización de los chalets me detuve a curiosear un parque con columpios. Fue con fines meramente observadores, que aunque hay pocas cosas que me alegren más que un columpio, no me detuve a montarme en ninguno (aunque ganas no me faltaron pero las bolsas de la compra me lo impedían por su gran volumen y peso). Por si os sirve como detalle, los columpios eran de lo más común y corriente excepto uno de ellos, que llamó mi atención: era una especie de platillo enorme que giraba sobre sí mismo. Había unos niños subidos que no parecían tener problemas para mantener el equilibrio. Ni idea del sistema de rotación, tampoco investigué tanto.

Pero si hay algo todavía más memorable fue lo que encontré al volver la mirada al otro lado de la acera. Unas castañas con forma de erizo de mar (es decir, con las cáscaras esféricas y con alargadas agujas) caían al suelo cada poco. Miré a las copas de los árboles de donde caían y vi unos extraños pájaros de un llamativo color verde. Digo llamativo porque entre tanto árbol se les distinguía perfectamente por el vivo color de sus plumajes. Emitían unos estridentes graznidos que me ayudaron a localizar a todos los que se encontraban cerca de mí, una decena aproximadamente. Eran parecidos a un periquito solo que con el tamaño de un loro y la cola acabada en tres largas plumas. El pico y las patas eran de un rojo apagado pero que contrastaba con el color del plumaje. Me he propuesto volver otro día para echarles unas fotos.

La tarde pasó volando pese a que bajé un rato a despejarme (no pienso volverme un hikkikomori, uno de esas personas que deciden aislarse del mundo encerrándose en su habitación) y hallé la respuesta a uno de los axiomas del comportamiento de los Erasmus españoles: salen tanto entre semana que los fines de semana están agotados y reposan en casa… Tendré que acostumbrarme a su biorritmo aunque me va bien con el mío. Me hice una pizza como manda la tradición casera de todos los sábados y antes de dormir y ver la película de turno hablé con mi hermana pequeña y algunos amigos por el Messenger.

Os dejo con las fotos de mi nuevo santuario, la sección manga de Mayersche (aprovechando que el Salón del manga se celebra este fin de semana en Barcelona. Este es mi pequeño homenaje):








6 comentarios:

joseisidro dijo...

Uff!!la libreria casi tiene tantos mangas como tu
pero no tanta calidad

Anónimo dijo...

Al final caerás en la tentación y te comprarás un manga en visigodo o lo que hablen esos salvajes xDDD
Un sabado en casa, a veces mola, sobretodo si fuera hace un frío del copón XD

Jeparla dijo...

Ala!!!! que cantidad de mangas sin editar por aqui (y otros con publicacion en breve) Me ha gustado el lomo de la edicion de Lady Snowblood...

mimotaku dijo...

1)Hey, hey, ahí le has dado, la mía es más variada (y no tiene mucho que envidiarle)

2)Ya ves, más pronto que tarde, xD
Esos sábados que me quede lo haré traduciendo mangas de los idiomas inexcrutables estos

3)Jep! Bienvenido! Cuando quieras info de algún manga que se haya editado aquí sabes dónde acudir ;-)

Toshi dijo...

¡Vaya pedazo de librería! Ya podrían tomar ejemplo las de aquí con toda la avalancha de novedades que se avecina (veáse Glénat)

mimotaku dijo...

Pues Toshi, eso que solo era un rinconcito en toda la tienda, que si vieras la tienda especializada...