martes, 6 de noviembre de 2007

31 de octubre

¡Niebla! Con una espesa niebla fue con lo que me levanté aquella mañana. Colonia había desaparecido bajo aquél grisáceo manto. De camino a la facultada vi desde el tren cómo la niebla prácticamente se reducía al microclima de DR 5. He reflexionado sobre este extraño fenómeno meteorológico y he percibido que hay diferencias entre las dos orillas del Rin. Si una mañana te levantas con el cielo escampado en la orilla derecha (concretamente en DR5) ten por seguro que en el lado occidental estará cayendo agua a chuzos. Seguramente nadie afirmará esta teoría con tantos detalles porque lo más seguro es que sea otro producto de mi imaginación, como Timmy, mi amigo imaginario, quien por cierto viene a visitarme este puente con unos amigos suyos. Lo cierto es que sí que se ha cumplido mi teoría y ese día no fue la excepción que la confirmara, pues un cielo con solazo incluido predominaba en la facultad.

Vista cénital de la Fachhoschule (es decir, la vista que normalmente tengo desde mi ventana)
¡Vista aquella mañana!

Al salir de los cursos de alemán, fui con Rocío a la parada del metro cuando a mitad del trayecto, vislumbré una percha tirada en la calle. Cogí el gancho, pues me venía perfecto para el disfraz que había ideado para Halloween, la fiesta que acontecía esa misma noche. Efectivamente, la noche cayó en pocas horas y salí disfrazado como correspondía. Este año fui de el malo malísimo de la igualmente mala malísima película “Sé lo que hicisteis el último verano” (no, no fui de Micky Nadal, fui del hombre del gancho) que es una nueva variante de asesino de película de sustos fáciles para adolescentes. Una capucha, un braga para el cuello que tape hasta solo dejar visible el entrecejo, ataviarse con ropa oscura, guantes negros y una percha rota a modo de garfio. Cinco minutos al microondas y listo, hortera pero apañado.

Resultó ser un éxito de participación, pues el grupo inicial se componía de más de 30 Erasmus españoles. Niñas endemoniadas, exorcistas, brujos y brujas y… gente con la cara pintada con motivos de la fiesta de la noche de las brujas: telarañas, cicatrices, etc. Fuimos al centro intentando llevar a cabo una fútil tarea: organizar a tanta gente para que nadie se perdiera por el camino (aunque hubo quien se desperdigó voluntariamente). Estuvimos en un par de locales hasta que el asunto se volvió monótono, momento que aproveché para regresar a casa (tuve que andar deprisa para no perder el tranvía nocturno, que pasaba cada hora, puesto que me había quedado a esperarlo en una parada deshabilitada por las obras que se hacían esa semana y tuve que apresurarme a llegar a la correcta) pese a que no fue temprano precisamente.

En general me lo pasé bien, aunque la impresión que me dio es que la gente no se tomó muy en serio lo de que aquella noche se celebrara la fiesta de los disfraces tenebrosos, quizá porque es ajena a nuestra cultura. Es decir, para la mayoría fue como una salida normal, sin hacer nada extraordinario. Por mi parte, lo único que eché en falta es haber pasado por el LIDL para comprar unas ofertas de huevos Kinder que regalaban caretas para Halloween. Otra vez será…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi me hubiera gustado celebrar Halloween pero con el Salon ya tuve suficiente disfraz xD
¿No hubo ninguno asesino real entre los disfrazados? O en su defecto ¿no terminó todo en una orgía sessual con vampiresas pechugonas?
Sí, esa es mi idea de Hallowen

joseisidro dijo...

para un estudiante de filologia inglesa lo que puede añorar en Colonia son las famosas nieblas de las novelas de Jack el destripador por lo de la Literatura y por el ambiente y ahi las tienes
Creo que eso de la fiesta de Hallowenn es mas bien americano aqui tampoco acaban de triunfar

Jeparla dijo...

Juer que niebla mas espesa. Tengo ganas que empiece a haber niebla por Madrid (hace mucho que no la veo)